Asimismo, llamó a Eramos que era su principal tenedor de libros y le ordenó que vendiera todas las pertenencias que tenia para vender y que hiciera un recuento de todo el dinero que poseía y que lo repartiera entre los pobres, y demás trabajadores, y también le dio buena parte a él y su palacio; como Hafid sabía que Eramos tenía una gran ambición de ser vendedor le dijo que le iba a dejar el más preciado de todos sus tesoros y riquezas. Así que una vez encomendada la tarea al día siguiente Hafid llevó a Eramos a una sala dónde no había entrado nadie en todos los años que Eramos llevaba al lado de Hafid, unos comentaban que si tenía lingotes de oro, otros que si productos de incalculable valor,... Pero en esa sala, guardada día y noche por un guardia, no había más que un cofre con unos pergaminos dentro. Hafid le preguntó si no se había quedado despagado y él le dijo que un poco, pero al explicarle Hafid que esos pergaminos contenían el secreto del arte de vender Eramos comprendió enseguida aquel misterio. Hafid le dijo que él había visto una luz en Eramos y que era la señal de que debía entregarle a él los pergaminos, así que Eramos se comprometió con Hafid a acompañarlo hasta el día de su muerte y entonces quedarse con el palacio de Hafid, con una parte de sus bienes para empezar a prosperar en el negocio y con los valiosos pergaminos.
El pergamino número uno
Decía que hoy comenzaba una nueva vida, en las que muchos habían fracasado y fallecido, pero éste no iba a ser su caso, iba a luchar y al fracaso no iba a ser su recompensa; anteriormente había aceptado el fracaso como el dolor pero ahora lo iba a rechazar. Piensa que no tiene los conocimientos necesarios, pero el pergamino le dice que si que los tiene que la naturaleza se los ha dado lo único que tiene que hacer es ponerlos en práctica.
También dice que la diferencia que existe entre aquellos que han fracasado y aquellos que han tenido éxito está en los hábitos de cada uno, los hábitos buenos son la base de todo el éxito. “Me formaré en los buenos hábitos, y seré esclavo de esos hábitos”, dice en el primer pergamino; así que lo primero que tiene que aprender es a destruir los malos hábitos, y lo va a hacer a través de esos pergaminos, tenía que coger un pergamino y leer su contenido todos los días del mes, una vez nada más levantarse, otra vez después de comer, y antes de acostarse lo lee en voz alta; así tenía que hacer con todos los pergaminos, y así estos se convertirían en parte de su mente activa y se filtrarían en la otra mente pasiva. Entonces se levantará todos los días con la energía suficiente para afrontar lo que sea, y ni un solo día puede permitirse dejar de leer el pergamino, si un día lo deja ya no lo podrá recuperar y no le servirá para nada.
El pergamino número dos
Saludará al día con amor, porque es la arma más poderosa de cualquier empresa y si tiene esta arma a favor suyo nada le podrá fallar. Podrán desconfiar de lo que dice, de lo que hace, de lo vende... pero si tiene amor este se contagiará y llenará el corazón de los otros. ¿Cómo lo hará? Amando todo lo que le rodea por insignificante que sea, hablándole bien a sus enemigos para que se conviertan en sus amigos, no criticando a nadie,...
Amará a todo el mundo porque todo el mundo tiene algo que enseñarle o algo de lo que él puede aprender; amará tanto a los que fracasan, como a los que tienen éxito, a los feos, como a los guapos, y así a todas las personas.
Sobretodo se amará a sí mismo, porque vale; y tratará su cuerpo con limpieza y moderación, y no permitirá que el mal entre en él.
Con el amor todo es posible.
El pergamino número tres
Tiene que persistir hasta que alcance el éxito, porque ni el fracaso ni la derrota son parte de él, así evitará no escuchar a los que se quejan porque puede que se le contagie.
Los premios de la vida están escondidos nunca puedes saber donde están, así que tiene que persistir porque puede que el premio mayor esté más cerca de lo que se imagina, siempre dará un paso más y otro, todos los que sean necesarios.
Jamás aceptará la derrota, y las palabras que le insulten y le digan que no vale para nada, no se derrumbará y persistirá para alcanzar el éxito; siempre hará todo lo que pueda y cada obstáculo le ayudará a superar el siguiente, no se detendrá por nada y olvidará los acontecimientos del día anterior así logrará alcanzar el éxito.
El pergamino número cuatro
Tiene que aprender que es una criatura única y especial, que por muchas personas que hayan en la tierra nadie va a ser como él.
Ya que nadie es como él intentará no imitar a los demás en ninguna de sus formas de hacer las cosas porque cada uno es diferente y especial.
Puede hacer todo lo que quiera, todo tiene valor, pero debe aprender a aprovechar su potencial ya que la mayoría de éste se desperdicia, así cada día se esforzará por vender un poco más y no se conformará con lo que vendió ayer.
Es un milagro de la naturaleza y cada día intentará mejorar su capacidad para vender, pero lo separará de su familia, ni en el mercado habrá familia ni en la familia mercado.
Nunca se dejará engañar por los disfraces de las personas mirará más allá de su apariencia externa, y se dará cuenta de los engaños.
Sobretodo aprenderá que es único.
El pergamino número cinco
Tiene que vivir hoy como si fuera él ultimo día de su vida, no pensará en el ayer eso queda sepultado cada día que pasa, y sepultado con el ayer está el mañana, nunca pensará en lo que le va a pasar mañana, no se debe de atormentar por él.
Cada hora del día es algo que no se va a volver a repetir, así que no debe malgastar ni una sola hora, ni conservar algo para gastarlo mañana, ya que no tiene que pensar en el mañana.
Aprenderá a no malgastar el tiempo en cosas ociosas, sino en demostrar su afecto y cariño por los demás.
Hará las cosas a su tiempo, las que tenga que hacer hoy las hará hoy, y cada día se esforzará más porque quiere superarse, tiene que vivir hoy como si fuera el último día, y quiere que ese último día sea el mejor de todos.
El pergamino número seis
Tiene que dominar todas sus emociones, porque si no consigue hacer esto su vida será un fracaso, tiene que aprender a controlar sus pensamientos para que éstos no dominen a sus acciones, tiene que vender con alegría así ésta se trasmitirá. De esta forma cada vez que sienta una cosa negativa, hará lo contrario, o algo para intentar controlar ese mal sentimiento; de la misma forma que si tiene algún sentimiento demasiado positivo, tiene que recordar otro algo negativo para que esto no se le suba a la cabeza.
Así conseguirá dominar todas las emociones, y así también conseguirá ver las emociones en los rostros de los demás.
El pergamino número siete
Dice que se tiene que reír del mundo, que ningún ser excepto el hombre, tiene la virtud de reírse, de modo que tiene que aprovechar este don. Cuando las cosas le vayan mal, lo primero que tiene que hacer es reírse, y cuando vea algo que le puede pasar, él mismo se dirá “Esto pasará también”, porque todo, al fin y al cabo, tiene que pasar, así que él se reirá, y contagiará esta risa a todo el mundo, a veces sin ganas para que le compren los compradores, pero se reirá.
Así nunca más derramará lágrimas que no sean de sudor, y jamás se olvidará de reírse de él y de los demás; porque para tener éxito tiene que reírse y ser feliz.
El pergamino número ocho
Este día de hoy multiplicará su valor un cien por cien, si el hombre puede hacerlo con las cosas, ¿no puede hacerlo también para él mismo? La respuesta es afirmativa, y con una ventaja y es que el hombre puede elegir lo que quiere multiplicar. Para lograr esto tiene que fijarse unas metas cada cierto tiempo, y recordando en el pasado se dará cuenta de lo que ha hecho y verá que puede conseguir todas las metas que se proponga y logrará multiplicar su valor todo lo que quiera. Cada vez las metas serán más grandes, más difíciles de conseguir, y tropezará, pero no caerá seguirá adelante, nunca estará satisfecho con lo que ha hecho, siempre tendrá una meta mayor, y anunciará esta meta a todo el mundo, pero jamás anunciará sus éxitos. Y así logrará multiplicar su valor todo lo que quiera.
El pergamino número nueve
Dice que los sueños carecen de valor alguno, al igual que las metas, que tiene que pasar a la acción para que estas cosas tengan valor. Tiene que proceder en todos sus pensamientos porque “es mejor proceder y fracasar que quedarse inactivo y salir del paso a duras penas”. Así pues todos los días hará lo mejor, procederá y cuando no se sienta capaz recordará que para tener éxito es necesario proceder ya.
El pergamino número diez
Dice que todo hombre tiene un Dios, el que sea, y al cual tiene que orar todos los días, pero no para pedir riquezas ni cosas materiales, sino para que éste le señale el camino que le lleva a conseguir todas estas cosas materiales. Y así este pergamino le dice la oración que le tiene que rezar a su Dios para que le dé fuerzas para seguir adelante, le ayude, y le marque el camino que tiene que seguir para llegar al éxito.
Y después de recordar todo esto Hafid esperó el día en que llegara su muerte, acompañado únicamente de aquel tenedor de libros que era Eramos.
Un día llegó un señor a la puerta del palacio de Hafid y le dijo a Eramos si podía pasar a visitar a su señor, que sólo quería hablar con él, Eramos después de pensárselo mucho le dejó entrar y le llevó donde estaba Hafid. Este señor le preguntó si era el más grande vendedor del mundo, a lo que Hafid contestó que así le llamaban, y procedió a preguntarle que quería; Pablo comenzó a contarle una historia que le había pasado hace cuatro años, en la que se contaba que apedrearon a un santo llamado Esteban por seguir a Jesús, de quien él también era seguidor, siguió contando la historia y le dijo que años más tarde Jesús se le apareció en sueños y le dijo que se dirigiera a la ciudad y una vez allí le diría lo que tenía que hacer, una vez allí se dio cuenta de lo que tenía que hacer era predicar que Jesús, al que habían asesinado era el Hijo de Dios, y aunque mucha gente no le hacía caso él seguía predicando, se dio cuenta de que no predicaba bien la palabra de Dios, y la misma voz de antes le dijo que si quería seguir predicando que buscara al más grande vendedor del mundo porque él le enseñaría el camino para esparcir su palabra. Hafid le pidió que le contara cosas de Jesús, y éste le contó todas las cosas buenas que había hecho en su vida, y le dio el manto con el que Jesús nació, entonces Hafid se dio cuenta que había sido a ellos a quiénes les había regalado el primer manto que Pathros le había dado para vender. Hafid se dio cuenta de que esa era la señal y mandó a Eramos traer el cofre con los pergaminos, porque ya había encontrado al vendedor que buscaba.